Tenía unos shorts de jean deshilachados, unas medias a
lunares y el pelo rojo y despeinado.
Lo primero que me llamó de ella fue que estaba tocando una vuvuzela. Desde
acabado el Sudáfrica 2010 que no veía ninguna por la vuelta.
Como eran un grupo de cinco o seis muchachas solas, mis
amigos decidieron acercarse.
Así que acabé enterándome que se llamaba Mallory Díaz, que
era gringa pero de familia mexicana.<<“¿Mexicana en serio?No parecés ni
ahí”-“Pues ya ves, si mi hermano mayor hasta se llama Carlos”>> Que le
gustaban los payasos y tocar la vuvuzela, y las rimas y los “emparedados de
mantequilla de maní y jalea” y los alucinógenos.
Gringas eran solo ella y una más.
Una que no me acuerdo del nombre, pero era menudita, le
gustaba jugar a la psp y estaba en silla de ruedas.
En un inicio pensé que eran hermanas. Mallory hasta le decía
“Sis”, pero no. Eran amigas.
“BFF”, era de hecho lo que había dicho sonriente la chica de
la silla de ruedas. Mallory había puesto los ojos en blanco.
Había una de las criollas, una morocha muy linda que estaba
acaparando la atención, a la que se le ocurrió sacar el tema de los novios,
para variar, jóvenes histeriqueando una tarde de domingo en la rambla.
Resultó que la morocha acababa de terminar una relación de dos
años, que Mallory estaba soltera y que su amiga no.
Del ex de la morocha nos enteramos que era un aparente
pelotudo. Que la vieja todavía le llevaba el café con leche a la cama y que no
rendía en el ámbito sexual, pero del novio de la amiga de Mallory no supimos nada
más que la expresión de reprobación en la cara de esta última.
No puedo precisar debido a que, pero en un momento Mallory,
que, sentada en el piso tenía la cabeza recostada contra las rodillas de su
amiga, comenzó a mordisquearle las piernas.
Ésta se quejó diciéndole que aunque no la sintiera, podía verla de todos
modos.
A lo que Mallory respondió con un divertido “Ok”, para
después, sorpresivamente, hincar los dientes de manera suave y juguetona pero
húmeda, casi sobre el muslo de la muchacha.
Al parecer en esa zona si sentía, porque casi pareció saltar de la silla.
Al parecer en esa zona si sentía, porque casi pareció saltar de la silla.
“¡M-MALLORY!” reprochó afectada, mientras ella reía con una
voz profunda y volvía a apoyar la cabeza, ahora en el regazo de la agredida.
Nuestras miradas se cruzaron en ese momento y entonces lo supe, me dejo
saberlo.
Como en la imaginación, sus dedos se hundían bajo la falda
escocesa y mucho mas profundo, en un mundo de texturas cavernosas.
Como las palmas de sus manos se cerraban en torno a los menudos y firmes pechos de a momentos por encima de la ropa, de a momentos por debajo.
De lenguas y dientes y labios y arañazos y caricias, ahí mismo sobre la silla de ruedas.
Y cayendo en el suelo y rodando.
Y pasión, deseo y amor, y dulzura infinita y angustia.
Como las palmas de sus manos se cerraban en torno a los menudos y firmes pechos de a momentos por encima de la ropa, de a momentos por debajo.
De lenguas y dientes y labios y arañazos y caricias, ahí mismo sobre la silla de ruedas.
Y cayendo en el suelo y rodando.
Y pasión, deseo y amor, y dulzura infinita y angustia.
Y esa nochecita primaveral post-rambla , mientras el mas
vitoreado de mis amigos se iba triunfante con el tacto de la morocha en al
brazo, yo, volvía a mi casa con sabor a Mallory en las ideas.
2013
Cualquier parecido con Gamzee Makara es, efectivamente, parecido con Gamzee Makara
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